lunes, 23 de marzo de 2015

Diario del Coach - CERVANTES REDESCUBIERTO



La semana pasada supimos que hallaron los restos de Cervantes. Me fascina la ciencia médico-forense, capaz de analizar unos restos óseos y determinar no sólo a quién pertenecieron, sino aspectos como qué enfermedades padecía esa persona, su dieta, sus hábitos de vida e, incuso, su color de ojos. Los coaches, gracias a nuestro entrenamiento y cualificación, también hacemos análisis similares, pero no con los huesos del cliente, claro, sino con algo que nos revela aspectos insospechados de su personalidad: su forma de comunicarse.

Mi cualidad más importante como coach es la capacidad de escucha, porque de ahí surgirán las preguntas de desafío que formularé al cliente a fin de que éste reconozca qué creencias le están impidiendo avanzar hacia sus objetivos. Hay tres elementos que me dan pistas de que utiliza un lenguaje que le resta poder de decisión:


1. Hablar en segunda persona. Imagina que el cliente me está contando que sufre estrés en el trabajo y se expresa diciendo “entonces llegas por la mañana y te encuentras con que tu jefe te ha puesto sobre tu mesa una montaña de informes que has de revisar”. Al conjugar los verbos en segunda persona consigue un doble efecto: primero, hacer que me ponga en su lugar; segundo, verse a sí mismo desde una cierta distancia.

2. Usar continuamente la palabra “intentar”. Se pueden intentar los objetivos, pero no las acciones que o se hacen o no. Si ese es el caso le invito a que utilice la palabra “probar” que necesariamente implica hacer algo.

3. Enrocarse con expresiones como “es que…” o “¿y si…?”. Es bueno que verbalice con ellas sus resistencias, pero es preciso que identifique si está poniéndose excusas para no efectuar cambios.